9.6.05

Misecelánea

Varias cosas llaman hoy mi atención.
Miles de mineros bolivianos viajan a Sucre para forzar la celebración anticipada de elecciones Pobre Bolivia, con el cocalero de Evo Morales marcando el ritmo político. Pobre Bolivia, cuándo la única solución para salir de la pobreza parece sacada de un telediario de 1965.

Pobres cubanos, que huyen en un viejo taxi flotante de la cárcel del dictador Castro…

Pobre Iberoamérica, siempre tan útil para construir utopías que la progresía occidental no querría en su propio país, ysiempre tan dispuesta a acudir de “Turistas del ideal”, como los llama con acierto Vidal Folch.

La derecha está en la calle, primero con las víctimas, ahora en Salamanca, en breve de nuevo en Madrid con el tema de la familia. Siempre he pensado que no se siente cómoda allí, porque tradicionalmente la calle ha sido monopolio de la izquierda. Sus orígenes y sus legitimidades han sido y son diferentes. Pero que no se queje tanto el gobierno. Aún recordamos los dos años que nos hicieron pasar, atacando la legitimidad del Parlamento en una espiral Lou-Prestige-Irac que tuvo su traca final en los bochornosos comportamientos del día 13 de marzo, con la oposición violentando el día de reflexión…

El problema es si nuestra democracia ha interiorizado que para forzar un cambio de gobierno se necesita un escenario de crisis institucional. Eso sí sería grave. Le pasó al PSOE en el 82 (el cadáver de aquel etarra pasaeando por el Congreso de la mano de Guerra), al PP en el 96 (corrupción y márchese señor gonzález) y le ha pasado a Rodríguez

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