19.7.06

Rumanía

Se va aclarando el verano. Es probable que, definitivamente, podamos ir a Rumanía, a recorrer el país, con un coche de alquiler. En el bolsillo, los fantamas balcánicos de Robert D. Kaplan, para poner cara y ojos a sus crónicas. Para ir un poco más enterado, empiezo el Diario de Mihail Sebastián. Aquel que, como señala en un magnífico artículo García de Cortázar, tuvo que ver su nombre en todos los diarios, como si fuera un delincuente, por su condición de judío.
Un país fascinante, Rumanía. Durante la época de entreguerra, Bucarest era la París del este. Una importante clase media, muy culta, que hacía del francés su lengua de distinción. Grandes avenidas. Un país más urbano que España en aquel entonces, y mucho más abierto y cosmopolita. La guerra lo destruyó todo, y el comunismo cayó luego como una plaga sobre el país. Rumanía perdió Moldavia, que Stailn, el padrecito de los pueblos se anexionó directamente, e impuso, por las armas, la dictadura comunista de Gheorghe Gheorghiu-Dej, que fue sustituida, en los sesenta, por la dictadura, igualmente comunista, del aún más loco, Nicolae Ceauşescu. El mismo que invitaba a nuestros demócratas de toda la vida a veranear junto al mar negro. Aún hay fotos por ahí de Santiago Carrillo (me hace gracia lo de Marqués de Paracuellos que he leído por ahí) disfrutando del reposo del guerrero mientras el pueblo rumano era brutalizado por su gobierno.

Pobre Rumanía, tan lejos de dios y tan cerca de la Unión Soviética. Tan cerca del comunismo. El poder, devastador, de las ideas.

3 comentarios:

El Perdíu dijo...

No he leído Invierno Mediterráneo. en cualquier caso, fantasmas balcánicos es muy recomendable. Me apunto los dos que me señalas...

Rome dijo...

Tú no te relajas ni para elegir el destino de tus vacaciones , no?

;o)

Vente pa Castro, Perdíu!

Anónimo dijo...

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