2.4.07

En tierra de lobos

Hemos ido de ruta por la Sierra de la Sulebra. Saliendo desde la Puebla, al poco de pasar la estación de ferrocarril, el terreno se vuelve arisco. Hay brezo y pizarra. Brezo en el suelo. Pizarra también en el suelo y en los tejados, en forma de losa. Ungilde es un pueblo pequeño, desvalido sin abrigo posible ante los vientos que vienen de Portugal. Para proteger aquélla entrada a la Puebla la Monarquía construyó, a principios del XVIII, el Fuerte de San Carlos, pero nunca debió de ser demasiado útil, y probablemente antes de cincuenta años ya estaba en ruinas. Pero volvamos a Ungilde. Es un pueblo pizarrero, diferente de otros en Sanabria. No tiene montañas cerca porque está ya en la montaña. Apenas hay vegetación. Brezo.

Seguimos por la carretera. Descartamos encaminarnos hacia Riohonor de Castilla, que Jimena ya conoce. Es un pueblo fascinante, partido al medio entre dos Estados. Aquí Riohonor de Castilla, partido judicial de la Puebla de Sanabria, hora española, Diputación de Zamora. Pasado ese castaño, la casa del vecino, pertenece a Rio de Honor de Portugal, distrito de Braganza, Tras os Montes, hora portuguesa.

El camino nos lleva hacia Robledo. Es un pueblo hermoso, pequeño, recoleto. El Ayuntamiento ha colocado adoquines donde antes había asfalto y donde hace unos treinta años no había sino tierra. En Robledo hicieron la concentración parcelaria hace años. El resultado ha sido espectacular. Fincas de castaños, grandes para los estándares que se usan aquí, que comercializan los productos en otoño. La iglesia, pobre, tiene una espadaña anterior al XVII, lo que en Sanabria es símbolo de (aún) más pobreza.

Aquí acaba lo bueno. La carretera pierde por momentos su nombre y, pese a figurar en el mapa de color amarillo (vía autonómica de tercer nivel), no es más que una pista forestal mal asfaltada hace muchos años. En esta España haragana y torpe, en la que se han impuestos nuevos esquemas de financiación autonómica, en virtud de los cuáles los ricos han de recibir de los poderes públicos exactamente lo mismo que han aportado a la cesta común probablemente ya no se arregle nunca. Deberían ver esta carretera. El camino que llega a Folgoso de la Carballeda tiene dos adornos de la modernidad. A la izquierda, pinares de repoblación, catástrofe del franquismo; a la derecha, la vía del ferrocarril en el que trabajaron los carrilanos. No hay ruidos. No hay coches. Paramos para hacer algunas fotos. El día está oscuro. A ratos llueve. A ratos calma.

Folgoso y Pedroso, dos pueblos casi contiguos, intentan atraer turismo promocionando la ruta del contrabando, que unía esta zona de transición entre Sanabria y Aliste con Portugal. La frontera más pobre de la Europa de quince miembros. La maldición de las fronteras.

En poco tiempo llegamos a Sagallos. Aquí la carretera ya merece este nombre, y se sigue deslizando sobre la superficie rocosa camino de Codesal y de Cional. En Codesal tiene su sede la Asociación Raíces. Hace años pusieron en marcha un Museo etnográfico. Sin ayudas públicas. Sin subvenciones. Sin trepas. Gente trabajadora, emigrante en diferentes puntos de España que vuelve, vacación tras vacación, al pueblo que los vio nacer.

Dejamos Codesal y, tras haber atravesado Cional, arribamos a Villardeciervos, meta final de nuestro viaje. El pueblo cervato, villa desde que alojara a Wellington en lo que los ingleses llaman guerra peninsular, jugó un papel importante en el XIX zamorano, tanto en lo político (una de las sagas de caciques de la provincia es originaria de aquí), como en lo económico. Entramos en un bar. Cuando tienes veinte años, tus domingos por la tarde son todos iguales. Paseamos.
Villardeciervos es hoy es un pueblo elegante, recoleto, con piedras de sillería y, detalle importante, tejados de teja. Un edificio con aspiraciones modernistas y fechado en los años diez del siglo pasado, hizo las veces de Casino donado por un filántropo local. Empieza a llover. Vemos Sanabria a lo lejos, allí debe estar lloviendo a mares.
Llega la hora de volver. Esta vez la ruta nos lleva por Cernadilla. Embalses y pantanos. En una tierra en la que el suministro eléctrico es un desastre. Energía procesada en Zamora y facturada desde Bilbao.

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