Es de manual. El dinero tiene miedo, y donde hay problemas, no se siente a gusto. No hay nada más tímido que un ¿Por qué hay pisos vacíos en España? Es difícil de saber, porque los censos cuentan como vacíos que pueden no serlo. Y en cualquier caso qué. ¿No puedo comprar una vivienda y tenerla cerrada? Pero en fin.
Imaginemos que hay que fomentar el alquiler. Es fácil pensar que la gente no es imbécil y que quien tiene un piso cerrado pudiendo sacarle 900 euros al mes tendrá una razón para ello. La más probable es la inseguridad: si resulta que luego el inquilino sale rana y tardo un año en echarle, y se declara insolvente, y tengo que meterme en abogados, pues me quedo como estoy.
La solución parece clara: cambio de la legislación en materia de desahucio. ¿No hay juicios rápidos para los malos tratos? Pues bien, que un casero pueda echar a un inquilino moroso en una semana. Saldrán muchos más pisos al mercado. Pero no, las brillantes leyes de los socialistas de todos los partidos van por donde siempre: meter la mano en el bolsillo del contribuyente y repartirlo a discreción. Ahí está la última ocurrencia de la ministra esta de la doble cuota: tía y catalana: subvencionar a los jóvenes. ¿Y por qué a ellos? ¿Por qué no a los separados?, ¿Qué hay de los lecheros, como dirían la vida de Brian y mi amigo Joao?, ¿Y de los parados?, ¿Para cuándo los zurdos?, ¿por qué no los varones blancos heterosexuales y católicos?.
Las subvenciones son fundamentalmente injustas porque premian la capacidad de presión de los grupos de poder. Objetivamente, ningún grupo tiene más derecho que otro a recibir dinero del contribuyente: ¿por qué las mujeres y no los jóvenes? ¿Por qué los agricultores y no los economistas?. Sería más lógico bajar los impuestos y que cada uno haga con el dinero lo que mejor le parezca. Y en vez de comprar votos, dar seguridad jurídica a los propietarios, facilitando así la salida de viviendas al mercado.
Pero claro, así no se ganan elecciones. Dios mío, volvemos a estar como en la España de
Claro, luego llegan, se lo dicen a la cara, y la ministra se ofende: ¿Cómo me criticáis, si yo soy de los vuestros?
PS: Giner era un miembro nato de la oligarquía liberal decimonónica, un funcionario pequeño burgués con pretensiones de aristócrata.
Marco, José María: Francisco Giner de los Ríos: pedagogía y poder. Península, Barcelona, 2002. Página 325.
PD: En Galicia
No hay comentarios:
Publicar un comentario