14.9.07

Mujeres (I)

A veces, la libertad cabe en un gesto. En un Estado democrático y de derecho, la dignidad de los actos y la coherencia de los pensamientos y las acciones no se mide por manifestarse contra guerras lejanas o contra gobiernos legales. No. La dignidad se mide por dar la cara cuando hay riesgo real de que a uno se la partan. Por estar en la primera línea sabiendo que “es duro vivir / en la línea del frente”.

Ahí están los gestos de Regina Otaola. Sin manifiestos, sin abajofirmantes, sin subvenciones. Con dignidad y por principios. Ya saben, aquello de la ética de las convicciones. Recapitulemos: únicamente el pepé tuvo el valor de presentar una lista en Lizarza. El resto de partidos, tan democráticos, tan comprometidos, tan progresistas, miraron para otro lado. Así que no sabemos cuántos votantes del pueblo hubieran apoyado a Aralar, o al peneuve, o incluso a la franquicia de izquierda unida en la zona. El caso es que sólo hubo una candidatura legal (las ilegalizadas lo fueron por ser de un grupo terrorista). Regina Otaola salió elegida. Y tomó posesión. Entre abucheos de esa curiosa mezcla de analfabetos, neandertales y gilipollas que nutre las filas de la izquierda patriota vasca. Y empezó a hacer cumplir la ley: quitar las fotos de los asesinos de las dependencias municipales, izar las banderas constitucionales…

El caso es que para los neostalinistas de la zona, esto es demasiado. Así que han empezado las amenazas de muerte. El otro día, la siguieron hasta dentro de la Iglesia y se empeñaron en insultarla hasta que abandonó el pueblo.

Es la libertad la que está en juego. Si tuviéramos intelectuales de verdad y no titiriteros, si tuviéramos políticos de altura y no pepesblancos, habría cola para acompañar a la alcaldesa a su municipio. En un país normal, los intelectuales pasearían con ella por el pueblo; los adversarios políticos la acompañarían en los plenos y los ciudadanos honrarían a quien, por defender nuestra libertad, está sacrificando la suya.


PS: Gabriel Sopeña en “Cantores” escribió: Cuando la dignidad es un Judas traidor/ y la paz una falsa moneda/ no queda más camino que agarrar el timón/ o naufragar en esa tormenta./ Sostendré esta canción hasta que la verdad me derrote y me cierre los labios./ Entonces mi soledad será profunda y cruel/ y pondré mi guitarra en tus manos./ Es sencillo cantar por cantar, y cantar/ escondiendo sonrisas a medias./ Es muy fácil cantar sin mancharse y triunfar/ como un simple muñeco de cuerda


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi total apoyo a Regina Otaola, por su valentía como persona y mujer, por su directa lucha ante el nazionalsocialismo. Mi total acuerdo con la letra y sentir de Gabriel Sopeña, cláramente opuesto a los artistas que quieren vivir a consta nuestra y pretenden con sus actuaciones educar nuestras conciencias (http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_39302.html).

Un cordial saludo

Pablo el herrero

Anónimo dijo...

Regina Otaola es un ejemplo de dignidad y democracia, de lucha por la defensa de un Estado de Derecho. ¿Donde están los progres de salón? ¿Tienen la Barden y demás titiriteros alguna rosa para Regina?
Produce nauseas, que mientras Regina lucha a brazo partido por la libertad y la ley tengamos una Ministra reaccionaria y fascista que justifica las amenazas de muerte a Alberto Fernández Díaz. ¿Es este el partido del progreso, la concordia y el talante? ¿o es una mala caricatura del tercer Reich?.
Nunca cayó tan bajo el gobierno de España.

Butzer dijo...

La dignidad, la lucha, la valentía y la entrega que tiene esta señora ya la querrían tener muchos. Es admirable.
Saludos.