23.4.08

Enlazando sanjorges

Ayer hubo acto público. Hacía mucho que no oía en directo a la presidenta de la Comunidad de Madrid. La excusa: un análisis de los resultados electorales en la Comunidad de Madrid, en el que participaron todos los partidos. Me aburre, no lo puedo evitar, todo este rollo de fulanismos e hipocresías que esconden las alabanzas a la democracia interna en los partidos. Ya lo explicó Michels hace años, hablando de la Ley de hierro de la Oligarquía, así que no lo voy a repetir aquí ahora.
Esta mañana, al despertar, San Jorge se había vestido de Sant Jordi y me había dejado un libro en la mesa del desayuno.
La izquierda burguesa y la tragedia de la II República, de Juan Avilés, reeditado por la Comunidad de Madrid. Muy buena pinta, a ver cuando puedo hincarle el diente.
Al rato me llama Jose, primo y sin embargo amigo. Tiene coto en
Galende y se va para allá a pescar, porque en Castilla y León hoy es fiesta. Se me van enlazando los San Jorges.
Y Aragón, también fiesta. Un atento y desocupado lector me llama la atención sobre la
Disposición Adicional Tercera del Estatuto de autonomía de Aragón. Es un bodrio, una basura difícilmente compatible con un Estado de Derecho. Pero ahí la han votado todos, los del pesoe, los del pepé y los que pasaban por ahí.
¿Qué significa exactamente que el pueblo aragonés no renuncia?, ¿es una amenaza velada al resto de españoles? ¿Acaso qué algún día van a pedir la vuelta al compromiso de Caspe? ¿Qué van a permitir que sus nobles no paguen impuestos? ¿Qué es eso, en un Estado moderno, de hablar de derechos en virtud de la historia? Los derechos en virtud de la historia se llaman privilegios y están en contra de la lógica de la modernidad. Y en España, además, se abolieron en Cádiz hace casi dos siglos. Una nación de ciudadanos libres. Sin más privilegios que los que del esfuerzo individual de sus ciudadanos, con independencia de la tribu de nacimiento.
Me remito a otro
texto clásico, ya citado alguna vez por aquí:
"Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad […]"
Es curioso, cualquiera que comparara los dos textos pensaría que el aragonés es de finales del XVIII y que el norteamericano es de 2008. Y es justo al revés. Quizá Fraga tenía razón. España es diferente.

PD: Posteriores modificaciones legales [al Compromiso de 1867] referidas a Croacia-Eslavonia y Transilvania tampoco fueron aceptadas por los políticos húngaros, pues consideraban que rebajan el territorio a una simple provincia del imperio. Sosa Wagner Francisco y Sosa Mayor, Igor: El Estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote de naciones en España. Editorial Trotta, Madrid, 2007. Página 83.

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