5.5.08

De la Universidad a la Escuela de Negocios

Lleva un par de números Actualidad Económica insistiendo entre algunas de las diferencias básicas entre las escuelas de negocio españolas y las universidades públicas de nuestro país. La clave está en el boe. Unas, las que no tienen que convocar plaza de profesor en el boletín, las que no reciben presupuesto público ni están gestionadas por políticos, han colocado a tres de ellas entre las veinticinco primeras del mundo. Algo absolutamente sorprendente si nos fiáramos de los tópicos. Pero ahí están, el Instituto de Empresa, ESADE y el IESE. Y no es un ranquin que haya hecho alguna dirección general, no. Es del Financial Times.
Las otras, las que contratan en función de “principios objetivos”, las que “son de todos”, las que “representan la dignidad de nuestra región o nacionalidad histórica”, las que sólo tienen en cuenta “el mérito y la capacidad” no son capaces de colocar a ninguna
entre las cien mejores del mundo.
Brutal.
¿De verdad a ningún progre todo esto no le sugiere algo?
Esa es la diferencia entre jugar en un entorno libre, donde la competencia te hace mejorar, a hacerlo en un entorno cautivo, en la mejor tradición del estanco hispano, donde la competencia no existe y los puestos se retribuyen en función de los méritos de guerra. Y además son de por vida, que para eso has estado aguantando durante años con un salario de miseria.
No somos ni mejores ni peores que el resto de países. Cuando a los españoles se les obliga a jugar en un entorno competitivo, demuestran que, si son buenos, pueden estar en puestos notables, porque no hay ninguna tara genética que lo impida, pese a lo que escribía el lamentable doctor Robert. Cuando juegan con el resultado asegurado y en régimen de monopolio, los españoles, como cualquier otro ser humano, son tan catastróficos como cualquier otro en su lugar.

PS: No hay claustros universitarios; no hay más que una oficina, un "centro docente" (tal es el mote) en que nos reunimos al azar unos cuantos funcionarios, que vamos a despachar, desde nuestra plataforma -los que a ella se encaramen-, el expediente diario de nuestra lección. Antes de entrar en clase se echa el cigarro, charlando del suceso del día durante un cuarto de hora que de cortesía llaman. Luego se entra en clase, circunscriben algunos su cabeza en el borlado prisma hexagonal de seda negra -¡geométrico símbolo de la enseñanza oficial!-, se endilga la lección, y ya es domingo para el resto del día, como dice uno del oficio. Se han ganado los garbanzos".

Ps:
Unamuno, Miguel de: “De la enseñanza superior en España”. Revista Nueva, agosto de 1899

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero lo que no dices es cuanto vale una matricula en un sitio y cuanto en otra. Como a ti papa te pudo pagar el MBA en alguno de esos sitios, seguro que no sabes que sus matriculas son prohibitivas para la clase media. Por eso, el valor de lo público no se mide en rankings estupidos como los que pones, sino en cuantos hijos de obreros y campesinos los utilizan.

Anónimo dijo...

Cierto Perdiu en tus conclusiones. Cada época ha tenido su sistema de enseñanza y si nos atenemos a los últimos quinientos años, la universidad también ha ido variando en paralelo a las nuevas necesidades sociales. Si las universidades escolásticas tuvieron la función de preservar y divulgar los saberes clásicos, con el advenimiento de la incipiente industrialización fue necesario que las universidades saliesen de los conventos a la sociedad civil (todavía existen hoy en Salamanca la diferencia entre facultades civiles y eclesiásticas). Pero con la imparable industrialización y extensión de la educación a amplias capas sociales, dichas universidades civiles han ido trasformándose en públicas y privadas. Ejemplos de estas últimas son las que tú expones. Aunque mucho me temo, que sean públicas o privadas, la eficacia de las mismas es bastante minoritaria. Las universidades se crearon para generar conocimiento, pero en las últimas cinco-seis décadas pasadas, el conocimiento se genera en las grandes corporaciones mundiales (laboratorios, hospitales, empresas de alta tecnología, corporaciones virtuales, etc.,), y de las cuales las conocidas universidades públicas y privadas aprenden. La mayor parte de estas grandes empresas(laboratorios Sandoz, Bayer, clínica Mayo, Barraquer en España, Sony, Microsoft, Nasa, etc.,) tienen sus propias universidades corporativas, son éstas las verdaderas pioneras en la generación y transmisión de conocimientos, y trabajan en cualquiera de ellas más premios nóveles que en cualquiera de las mejores facultades públicas o privadas del mundo (y por supuesto, selecionan, desarrollan y fidelizan a sus profesionales por su talento para generar y compartir conocimientos). Ellas son las verdaderas universidades en la actual postindustrialización.

Mi experiencia de las universidades privadas, es que gestionan mejor los recursos, pero la mayoría de ellas copian los métodos de aprendizaje de la públicas... y en la postindustrialización ya no es suficiente enseñar con los métodos tradicionales de la época industrial.

Un cordial saludo Perdiu

Pablo el herrero