25.5.08

Miércoles 14 de mayo. Xi´an: universitarios, ruta de la seda y unos guerreros. (I)

Una capital de provincia en la China interior. Una provincia, cosas que pasan, de casi cuarenta millones de habitantes. Una capital, Xi´An, de casi ocho millones. El aeropuerto tiene cierto aire marcial, soviético. A la China interior ha llegado el capital, pero menos. Nuestro guía se presenta. Se llama Tao. En seguida nos damos cuenta de que hemos tenido mucha suerte. Habla un español magnífico –estuve años viviendo en Méjico y en Cuba- me dirá luego. Es catedrático de historia. Y está directamente implicado en las labores de excavación. Nos habla de su provincia y de su ciudad con orgullo, pero sin exceso sinocéntricos. Es mayor, y quizá sea verdad que la experiencia lo relativiza casi todo. Nos habla de más de cuarenta universidades en la provincia, y de más de un millón de universitarios.

Desde los años setenta, en concreto desde marzo del setenta y cuatro Xi´An es mundialmente conocida por los guerreros de terracota. Pero había sido mucho más. Sede de la capital del Imperio del Centro durante un número importante de dinastías y varios siglos. Además, inicio, o final, según se mire, de la legendaria
Ruta de la Seda, sobre la que tanto he pensado tras leer a Robert D. Kaplan. Así que, mientras el autobús nos lleva hacia las tumbas de los guerreros, pienso que estoy en el asia central. La plataforma que daría el dominio del mundo, según la geopolítica del XIX. Allá en un extrema Tartaria, acullá, la costa. Los rasgos físicos son más asiáticos que lo que habíamos visto en Shanghái. Es la estepa desolada lo que nos encontramos a cada paso. Hasta aquí, y no más allá, llegó el hombre occidental durante cientos de años. Y el sol. Un sol también estepario, que reseca el aire a cada paso. E imagino las caravanas, llegadas de Samarcanda. El comercio, el auténtico motor de la historia.

Llegamos a las tumbas. Antes hay que reponer fuerzas. El turismo interior es muy importante en esta zona. Almorzamos en un flojo restaurante que hay cerca del aparcamiento. Cientos de vendedores de suvernirs y recuerdos. Tao nos avisa, si queremos comprar recuerdos de guerreros, hagámoslo en la tienda oficial, es la única manera de estar seguros de que el barrio se coció de acuerdo a como se hicieron los guerreros. “Si los compráis fuera, os podéis quedar con ellos en la mano”.


La fascinante historia de los guerreros está ligada a la vida del tiránico emperador
Qin Shi. El hombre que principió, allá por el siglo III antes de Cristo, la tarea de unificar china. Pero también un paranoico sin escrúpulos, que ordenó quemar los libros anteriores a él. Obsesionado por la inmortalidad, Qin quiso construir un ejército que lo acompañara y lo protegiera en el más allá. Ordenó construir varios fosos, con sus ejércitos perfectamente encuadrados en ellos, y más allá se construyó su propio catafalco. El trabajo, hecho por esclavos, duró años. Y cuando acabó, Qin se preocupo mucho de que no se conociera exactamente ni la ubicación ni los registros de su propia existencia, porque el complejo cayó en el olvido hasta que la casualidad lo sacó a la luz en marzo de 1974. Un día, unos campesinos de una comuna forzosa estaban buscando agua y encontraron “unos cacharros de barro”. La tumba era impresionante. Tenía suelo solado, y varias galerías para los soldados. Pero los más de dos mil años no habían pasado en vano. En casi todas las galerías el techo se había hundido, de ahí que únicamente se hayan rescatado intactos tres guerreros. Además, las tumbas habían sido profanadas, y por eso casi ningún guerrero tiene su lanza, que eran auténticas, ya que fueron robadas en diferentes momentos. Aún así, impresiona. Y mucho.

Volvemos al hotel,
un magnífico sofitel ubicado en corazón de la ciudad. Descansamos un poco. En breve saldremos a conocer la muralla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pedazo viaje, qué envidia