1.11.08

Umbral o cierta forma de Hibris

Algunos libros llegan a uno por casualidad. Comprando el periódico hace un mes encontré Francisco Umbral, el frío de una vida, de Anna Caballé. Lo compré con algo de prevención. Umbral, Paco Umbral. Los lectores de esta despistada bitácora saben ya de mi relación con él. Muchas de las cosas que empecé a ver al final de mi adolescencia, en relación a mi país, se las leí a él, pero es verdad que nunca supe gran cosa de él. ..
El libro es magnífico. Una biografía escrita con la precisión y el distanciamiento necesario como para enjuiciar una vida y una obra. Descubre uno muchas cosas. "Hacerse mayor es que se te vayan cayendo los mitos, uno detrás de otro", me dijo hace años un antiguo amigo paseando por la Ciudad Silenciosa en la que, jóvenes, nos refugiábamos cuando huíamos del bullicio del Mercado algún lunes cualquiera.
Umbral. Un hombre marcado por sus orígenes. Hijo natural de una mujer de provincias, nacido en Madrid para evitar el escándalo de su nacimiento en Valladolid. Criado con poco afecto. Sin padre. Sin saber de inicio quien era su madre. Un afán brutal de reconocimiento. Sus primeros éxitos profesionales, y sus primeras broncas, en León. Su llegada a Madrid. Su integración, sin ningún problema, entre la élite cultural del franquismo. Su absoluto apoliticismo durante la dictadura. Su afán de estar siempre el primero, de ser reconocido por todos. Su obsesión con el sexo. Su obsesión, lógica en quien ha conocido el hambre, por el dinero. Umbral fue muy listo y fue quizá de los primeros en ver que, diez minutos después de muerto el dictador, maricón el último. Así que Umbral se construyó una leyenda antifranquista, de rojo redomado, a partir de la muerte del general Franco. Su llegada al
fancine de prisa, periódico que no tardó en acoger a muchos como él, gloriosos resistentes en silencio. Su éxito. Su salida destemplada y su llegada al mundo. Y ahí es justo donde yo lo conozco; mozalbete de apenas dieciséis años, un comentario de mi tío jesús “la gente que se fue del diario 16 ha montado un periódico, cómpralo los domingos”.
Un buen libro para los lectores de Umbral. Para el resto, una biografía sobre la vida cultural en la España de los felices sesenta, los problemáticos setenta y los democráticos ochenta.


PS: Aunque desde el principio hubo algunos que reconocieron lo pequeña y reducida que había sido la Resistencia, su voz quedó ahogada por el coro de la mutua admiración. En un libro publicado en 1945, Louis Parrot escribió acerca del “heroísmo puro” de Aragon […], así como del “coraje audaz” de Paul Éluard, y del “juego sutil y peligroso” que desplegó Jean Paul Sartre al practicar la “clandestinidad abierta” ante las propias narices de las autoridades de la ocupación. Todo esto es morralla, cómo no, pero al menos es morralla de signo ecuménico. Todos habían sido buenos. Judt, Tony:
Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses, 1944-1956. Taurus, Madrid, 2007. Página 62

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