5.5.09

Días de vino y rosas

Al fin, tres días de descanso. Nos acercamos al cine a ver La sombra del poder. Conspiración, periodismo de investigación y empresas corruptas. La trama es correcta y la película se sigue con interés pero, qué quieren que les diga, me sigue costando ver a Ben Affleck en papeles de estadista; se me quedó encasillado en los papeles de Kevin Smith.

Queríamos estrenar oficialmente el Caixa Forum y nos acercamos a ver una exposición sobre Vlaminck, dedicada en concreto a su iniciación fauvista. Madrid es demasiado grande, incluso en fiestas, y cuando algo es gratis, el personal se apunta y se presenta allí como si bajaran al  serano, y así no hay forma de ver nada tranquilo. Qué magnífica idea es cobrar por la entrada, aunque sólo sea para disuadir a la gente que va a las exposiciones como quien va al bar a ver el futbol. Ya de vuelta, nos dimos un paseo por la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Creo que fue una de las primeras ferias a las que fui, allá por el año 93 ó 94, quizá con Hornuez, después de volver a  Madrid. Un cartel de la misma presidió durante años mi habitación. Los mismos libros aunque nosotros, los de entonces, ya no seamos los mismos. Valorar el tacto de un libro viejo, apreciar su olor, escuchar las historias que desprende, es algo absolutamente delicioso. Uno se siente mejor con un libro así entre las manos, testigo mudo de personas que lo tuvieron y que, ilusos pensaron que el libro les pertenecía. Qué vana es la manía del dominio humano sobre las cosas. Muchos viven toda su vida sin darse cuenta de que, en realidad, los que somos interinos aquí somos nosotros, las personas y no las cosas que creemos que nos pertenecen.

 

PS: Muy enfadados han de andar por la mi tierra senabresa, si montan una manifestación y todo. Lo nunca visto.

 

PD: "Quizá soy el único hombre en el mundo que sabe que estas personas han existido. Veinte veces, desde esa época, he observado lo mismo; veinte veces se han formado y disuelto círculos sociales a mi alrededor. Esta imposible duración y prolongación de las relaciones humanas, ese profundo olvido que nos sigue, este invencible silencio que se apodera de nuestra tumba y se extiende más allá de nuestra casa me recuerdan sin cesar la necesidad de aislamiento".

Chateaubriand, François de: Memorias de ultratumba (Libros I-XII). Tomo I. Página 37.

 

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