26.11.09

Cuanto más de cerca miro / más se alejan las cosas

Murió Amparitxu Gastón.

Llegué a la poesía de Gabriel Celaya con apenas veinte años. Una edad en la que uno busca en la literatura las respuestas a sus granos y a su físico poco agraciado. En El Buscón, dónde sino, me hice con un itinerario poético suyo de Cátedra, ejecutado por él mismo. Ahí descubrí muchas cosas, además de su poesía. Descubrí a Amparitxu Gastón, su mujer y descubrí, lo que son las cosas, que habían vivido décadas en la Prospe, mi barrio, y que ella todavía vivía allí.

La poesía de Celaya era contundente. Lo sigue siendo, ahora que han pasado los años. Versos recios, de vasco viejo, denunciando imposturas cuando todo el mundo callaba: la impostura de una dictadura militar, la impostura del nacionalismo vasco; la impostura del hombre en suma, siempre tan cobarde cuando se junta con sus semejantes.

Muchos de sus versos me hicieron crecer. No sólo intelectualmente: la existencia de los vascos como primeros españoles, que el reivindicaba, está detrás de mi memoria de grado en la que intento demostrar precisamente que es difícil ser más español que un nacionalista vasco. También en lo personal. Cuando en la carrera me desmoronaba, pensando quién contraría a un politólogo sin apenas idiomas y sin informática, o cuando algún fracaso amoroso me golpeaba, siempre me esparcía por el cuerpo aquellos versos suyos: "Hoy me siento tan cargado de secretos no explotados, / que domino el porvenir. / Todo está por hacer, por inventar y alegrar, por nacer. / Hay que volver a empezar".

Murió Amparitxu Gastón. Esta es la noticia del día, y no todas esas bobadas que traen hoy los diarios.

Que la tierra te sea leve, a ti también.

PS: "No me obliguéis a ser sólo español, si español solo significa para vosotros hombres de la costa reverberante. No metáis en mis entrañas guerras civiles; no azucéis al ibero que va en mí con su ásperas, hirsutas pasiones contra el blondo germano, meditativo y sentimental, que alienta en la zona crepuscular de mi alma. Yo aspiro a poner paz entre mis hombres interiores y los empujo hacia una colaboración".

Ortega y Gasset, José: Meditaciones del Quijote. Revista de Occidente en Alianza Editoria. Madrid, 2005, página 67


PD. Llegó el otoño, por fin. Unos minutos al menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermosos versos Perdíu.