7.6.10

Los rusos, julio y marisol desde un Ipad

Los grandes escritores rusos, lo sabe ya el desocupado lector, no son de mi agrado. Uno tiene sus manías, y las manías nunca son racionales. Como casi todas mis manías, esta nace de la inseguridad en algún momento de la adolescencia, y en el miedo a no saber de qué habla uno. Bueno, que me pierdo, el caso es que poco a poco, conforme me voy haciendo más adulto, que no más sabio, me voy acercando a ellos e intento vencer mis temores. Todo tipo de temores.

El caso es que el fatídico uno de julio de 2009 pasé por El Corte Inglés a hacer unas compras. Lo recuerdo muy bien, era una comida de zamoranos e, iluso de mí, pensé que luego iba a poder tomar un café. Nunca me llamaron, así que me fui dando un paseo, para hacer tiempo, al Cortinglés de Goya. Allí compré un par de temporadas de Expediente X y la serie Guerra y Paz. Porque a ella sí le gustaban los realistas rusos. No la vimos, claro. Ni aquel día, ni nunca. Y yo aquella noche ya no dormí. Pero bueno, esa es ya otra historia.

Ahora que me he dado cuenta de que madurar es asumir las derrotas, decidí verla. Sólo hay que tenerle miedo al miedo, dijo una vez Ike, con toda la razón. Son varios capítulos de una superproducción europea para recrear la obra de Tolstoi. De fondo, la Rusia del primer tercio del XIX. Es buena, y me sirve para mejorar mi inglés, que es para lo que uso estas cosas, pero no está demasiado cerca de mi espíritu: en la obra el amor lo puede todo, lucha contra todas las dificultades y sale siempre vencedor. Pero la vida no es eso: la vida es un objeto áspero y de muy difícil comprensión. La vida, en fin, es una ventana a la que nos asomamos pero desde la que el mar no se ve.


PS: a vueltas con el Ipad, es difícil explicarlo mejor de cómo lo hizo Arcadi Espada el sábado en El Mundo: “Pero con lo que acaba tajantemente es con la informática como ciencia disuasoria e ignota. Por decirlo de algún modo: por primera vez un ingenio digital tiene la informática dentro y no fuera. Las barreras han desparecido. Eso sí: hay que mover un dedo, lo que puede que para nuestros civiles ya sea mucho”.

2 comentarios:

Ander dijo...

A veces, lo mejor sus post, señor Perdíu, son los títulos. Este es muy bueno!

Unknown dijo...

No en todas las ventanas de nuestra vida se puede divisar el mar, igual que el amor no lo puede todo (si lo sabré yo bien), peeeeero, en todas esas ventanas, si usted se para un rato y pone su alma en paz, podrá oler ese mar o mejor, ese océano azul, que a pesar de que no se puede ver ni oír, sí se puede sentir. Y cada ventana a la que nos asomamos, nos acerca, inexorablemente a ese océano azul que tan sólo presentimos.
Piense usted en ello.