5.7.10

Finde rayano

Estuvimos en La Raya. Se me va haciendo familiar el camino, mire por dónde, desocupado lector. Llegamos tarde el viernes, aunque el viaje fue placentero; viajar hacia el oeste siempre lo es. En Vila Nova nos esperaban los amigos. Cena obispal, a base de bacalao, claro, y de vino de la tierra. Larga conversación y buen sobremesa. Al acabar, unos puritos, pero fuera, que Portugal es un país civilizado y no se puede fumar en los restaurantes. En ninguno. Y además, un poco de aguardiente casero, menos mal que entre Paco y Mi Coronel se trasegaron el mío y pude no quedar mal con los anfitriones.

Escúchalos a todos, todos tienen algo que contar, me dijo hace años Max Ehrmann. Claudia, que hizo magisterio y no se atreve a presentarse a unas oposiciones porque en Portugal la demarcación es nacional, y no quiere irse al Alentejo ni al Algarve. Su padre, que estuvo en Suiza; una infancia dura, casi en soledad con su hermano. Pero sin perder la sonrisa. Un amigo de su padre, que fumaba tres paquetes al día pero que ya lo ha dejado. Un perro asustado. El calor.

Nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, viaje hasta la Torre de Moncorvo. Hermoso pueblo, enclavado “puntacima” de donde el Sabor se une con el Duero. Un centro cultural ubicado en un edificio histórico. Un paseo por su biblioteca; libros sobre los territorios que formaban parte del Portugal multicontinental. La guerra de Angola, la terrible guerra de Angola. Llegan las autoridades. Nos falta Hannah. Esta vez predicamos Mi Coronel y yo. Mi Coronel está brillante y me sorprende en lo positivo, un buen discurso, bien articulado. Yo cuento el rollo de siempre mientras me fijo en las caras de quienes me escuchan. Ataco a España y a Portugal (“han sido un mal negocio para los pueblos de La Raya, eso está claro”), a los políticos (“o la sociedad civil en el mundo rural se organiza o los políticos nunca dejarán de ser caciques”) y les lanzo un reto (“tenéis que disolver la frontera”): la gente me escucha con respeto. La segunda parte de la mañana se va en una reunión de trabajo, bastante productiva, por cierto. Resulta que Europa, la Europa de los burócratas, no permite constituir asociaciones juveniles binacionales, tal y como desean aquí los jóvenes de ambos lados de La Raya.

Bajamos a almorzar a la Hoz, donde ambos ríos se juntan. El paisaje es, sencillamente, espectacular. Los jóvenes de ambos países acaban más o menos mezclados, hablando en castellano unos y en portuñol otros.

Hay que marcharse ya. Los portugueses nos desean suerte para el partido contra el Paraguay. Conseguimos llegar a tiempo a Salamanca para verlo y finalmente el Tran nos acoge en su casa. Por fin conozco a su hija. Una buena charla en el descanso, desde la terraza de su piso, dominando casi toda la ciudad.


PS: [los insultos] "que Julio Camba recibió durante su estancia en Cataluña, en el verano de 1917, por haberse atrevido a escribir que el hecho diferencial catalán no era el idioma en sí, dado que a los catalanes se les entendía perfectamente cuando hablaban catalán, sino el acento que tenían cuando hablaban castellano".

Pericay, Xavier: Filología catalana. Memorias de un disidente. Barataria, Barcelona, 2009. Página 274

1 comentario:

Unknown dijo...

Un gran fin de semana o día y medio, más bien, pero para el recuerdo, sin duda.
El viaje de ida, a pesar de la distancia pasó en un suspiro, fruto sin duda, de la buena conversación.
Nuestros anfitriones, inmejorables.
Es cierto que el viaje tuvo su momento para la nostalgia al ver vacío el asiento de atrás del coche, pero así es la vida.
Gracias a El Perdíu pude cumplir el objetivo que nos marcaron para la ponencia y desde luego volví a aprender con sus palabra, siempre te sorprende.
Al final, cómo pasa casi siempre, aprendí más en la mesa de trabajo de lo que yo había intentado enseñar unos momentos antes.
Fin de semana para el recuerdo, gracias Perdíu