16.7.10

Hablar

Hoy es día de viaje. A casa. Reflexiono sobre las conversaciones que he tenido esta semana. El ser humano es un ser que habla. Eso nos diferencia del resto. Cuando dejamos de hablar, con ella, con ellos, con él, vamos dejando, poco a poco, de ser personas. Hay que hablar, siempre. Aunque uno se tape la cara para expresarse porque se muera de vergüenza. Hablar. La conversación del maestro Esteban, a estas horas ya rezando en la capilla de Europa; la conversación con Oscarnelo, a medio camino entre la melancolía y la asunción vital, la conversación con Bebé y con Miguelito, a dos tiempos diferentes pero como si hubiera sido casi la misma. Las conversaciones, en fin, con Hannah i amb el Albert, que tanto me han ayudado todos estos meses.

La gente con la que no hablas es la gente que te va diciendo cada vez menos en la vida. Es un buen indicador para saber en qué punto está tu relación con alguien: cuando hablas poco con ella, es que te interesa cada vez menos.

En fin, leo por ahí que García Pelayo dejó escrito que si los mitos caben aún en la política, es porque ésta no se ha liberado del todo de la religión. Y no sólo la política, mi querido paisano


PS: Reflexión del día, escribir cien veces “con el dedo grande en el aire”: hay cosas que es mejor no saber, hay preguntas que conviene no hacer. Y empezar a escribirlo a las seis en punto de la tarde, como en los poemas de Federico.


PD: José Emilio Pacheco escribió en su poema Bagatela: “Para quien no haya visto cuanto yo vi / parecerá mentira lo que pasó. / El mundo es diferente. Todo cambió. / No volverá a ser mío lo que perdí. / ¿Dónde estará el pasado que terminó? / ¿Cuál camino transita quien antes fui?

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