19.8.10

Leyendo

Son pocos los libros que he leído más de una vez. El Quijote, ya van dos, Cien años de soledad, van tres. Son pocos los que sé que volveré a leer. El Danubio es uno de ellos. Lo tengo aquí, en la Sanabria, protegido. Llegó en agosto de 2001 y lo leí enseguida. Me fascinó, aunque yo por entonces no conocía ni El Acantilado, ni Andric, ni Zweig, ni Sebastian ni a Roth. Ahora que lo veo en perspectiva, mi primera década del siglo ha sido una década de recuperar la Europa central. Ha sido mi década de Mitteleuropa. Ahora lo hojeo y me doy cuenta de que, cuando vuelva a leerlo, muchas cosas me serán ya familiares. Estuve en Donaueschingen y ya conozco la Selva Negra. Soy amigo de Zweig, su mundo de ayer me abrió a una vida nueva. He estado tantas veces en Viena que ya ni me acuerdo: con Musil, con Roth… Hungría es para mí un territorio cercano, no sólo por las esplendorosas memorias de Sandor Marai, sino porque conocí a Klara y a más gente como ella después. Y qué decir de Yugoslavia, si ya he viajado por el tiempo con Andric y he leído, gracias Jesús, a Danilo Kis. Y Rumanía, país al que llegué de la mano de Kaplan, por quien brindé a su salud en la calle Victoria. Y las siete ciudades, y Brasov, y Braila, donde nació Sebastian, el hombre que muere atropellado de manera idiota, ¿hay alguna que no lo sea? al acabar la guerra. Y he oído a Canetti hablar en ladino allá donde casi desemboca el río, en Bulgaria

He viajado tanto por el Danubio que tengo que volver a leer el libro. Creo que lo interpretaré mejor ahora. Diez años de vida en común y lo único positivo que logro recordar mirando hacia atrás es un libro regalado el 5 de agosto de 2001. La vida está llena de paradojas.

PS: "Zweig siempre dijo que uno de los grandes males de la historia era el nacionalismo. Cosmopolita, pacifista, su pensamiento estaba enraizado en el idealismo alemán proveniente de Goethe o Schiller. […] El hombre estaba por encima de la raza o la nación. La idea del internacionalismo lo fascinaba: no estar únicamente vinculado a un solo país […]

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 384

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