31.10.10

Diez minutos del jueves, aunque no sea 16 de junio de 1904

La tos, puta tos, acabar el proyecto. Ponte con el artículo, ¿par qué querrá el cliente un artículo que nadie va a leer?. Un café, ¿Has cerrado la cita?, ¿a qué hora vamos al MITYC?. La espalda, joder son las once ya casi, y no sé qué hacer. No sé, hay un problema con el procedimiento de Registro. Han quitado una autorización. Creo que la reunión es a la una y media Josemanuel. No hay perdidas de ningún número oculto. Ha vuelto el frío. ¿Una hernia discal? Ufff, eso es jodido chacho. La presentación en la Fundación es el jueves, por eso no puedo estar en Mérida ese día, joder te lo había dicho ya, no me cierres reuniones para el jueves, sólo martes y miércoles. Bajaré desde Sanabria, son casi cien quilómetros más, ya lo sé, pero me evito volver por Madrid. ¿Has acabado la parte de consultoría de la presentación? Es el área que quiero que lleves. La tos. La espalda. No lo tengo, lo siento, ahora me pongo. Sólo quiero cinco minutos de silencio. Hay que terminar de repasar medi, nos faltan cuatro años por descargar, no vamos a llegar a tiempo. ¿Has hablado con los de la empresa de Málaga?. ¿Por qué está triste? Los versos de Claudio Rodríguez, qué tiempos estos que las cosas puras ya no se celebran. Estoy esperando a los de las hormigas de Albacete, no sé si les va a parecer muy caro el presupuesto, pero es lo que hay. Otra vez el móvil, ahora el del curro, no hay llamadas perdidas de oculto. Tengo que decirle a Albert lo de que Incendies se ha hecho película y está concursando en la Semici. Ahora suena el teléfono. Es John, mierda. Vaya. No te preocupes, yo ya me imaginaba que iba a tener poco tiempo para hablar, en las mesas redondas siempre el que habla el último lo hace con poco tiempo, pero de verdad, ningún problema. Sigo detrás de que presentemos el libro en el Colegio. Te voy diciendo. Josemanuel, ¿has traído coche? La tos. La espalda.

Nadie lo ha leído, pero todos sabemos que el Ulises de Joyce es el libro que cambió la forma de escribir novela en el XX precisamente por reflejar que dentro de cada uno de nosotros habita el otro, y suyos son, como decía Juaristi, nuestros fantasmas más queridos.

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