19.10.10

Una ciudad sobre la colina...

Terminé de ver John Adams, cortesía de James. Qué buena serie. Qué buena compañía la HBO, que todo lo que hace lo hace bien. Qué gran papel el del Paul Giamatti. De todos los padres de la nación americana, Adams era el más desconocido para mí. Ahora soy capaz de ponerles cara no sólo a él y al resto de líderes de la revolución americana, sino que además soy capaz de comprender algunos matices. La personalidad arrolladora y atractiva de Thomas Jefferson, de cuya pluma salió la esencia de la Declaración de Independencia, el respeto que inspiraba Washington, la hedonista y brillante personalidad de Franklin, el radicalismo de Hamilton

La historia de la independencia de las colonias británicas de la costa este del norte de América es una historia fascinante, no sólo porque fue una revolución triunfante en verdad, no como la francesa, sino porque muchos de nosotros venimos intelectualmente (al menos en parte) de ahí. Porque muchas de las cosas que nos han pasado vienen de ahí. La puesta en práctica de la teoría de los gobiernos limitados, la libertad como esencia, la búsqueda personal de la felicidad como un derecho inalienable… La historia, en suma, de una ciudad sobre la colina, a la que todos miran…

Una serie muy buena, en la línea de Roma, que complementa bien cualquier lectura o conocimiento de tipo medio que tangamos sobre la época, desde los primeros motines a finales de los sesenta en Boston, hasta la consolidación del nuevo Estado en el primer tercio del siglo. Cuando la vean, pensarán cómo yo, en aquellos versos de Shakespeare en Twelfth Night: “No temáis la grandeza”.


PS: Thomas Jefferson escribió una vez: “El Dios que nos dio la vida nos dio al mismo tiempo la libertad: puede que la violencia las destruya, pero no puede separarlas

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