28.1.11

Subo al taxi...

Subo en el taxi, me siento, suena el teléfono, perdone, vamos a Concha Espina, sí, dime joder, qué tal, como estás. A la altura de la República Argentina, cuelgo. Vuelve a sonar al doblar Castellana, sí soy yo, dígame. Llegamos a Concha Espina cuando estoy colgando. Le digo qué le debo, por favor, son ocho euros, fíjese si hemos llegado rápido que no le ha dado tiempo a usted ni a hablar conmigo. Pongo cara de disculpa. Es un señor mayor, de unos sesenta años. Pelo blanco. Yo vivo ahí al lado, a ver si un día le vuelvo a coger y hablamos un poco hombre.

Me lo dice despacio, con voz pausada. Me fijo en sus manos, grandes, y en sus gafas. Va todo tan rápido que ya nadie habla con nadie, me dice mientras me da el cambio. Su argumentación me desarma.

Tiene toda la razón.

Salgo del coche a toda prisa, un poco avergonzado…

Llueve en Madrid.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Date un paseo por el mercado de Aterazanas y de paso compra morcilla de Ronda y una botella de Malaga Virgen.Aunque quizas primero deberias subir a Gibralfaro pasando por el teatro romano y ver la perspectiva desde todo lo alto y tomar alli un refrigerio.No olvides la Catedral que llaman la Manqita-.Lastima que aun es pronto para los espetos pero puedes pedir rosada a la plancha con ensalda de tomate.

Sefirot dijo...

A veces una entrada sencilla dice mucho mas que una repleta de cifras y dato. Esta es un ejemplo.

Un saludo

Anónimo dijo...

Es el sino de los jóvenes, querido bloguero liberal. Tengo 32 años y podría ser peor. Podría tener 25, ó 20, y así entrar de cabeza en esa generación estafada a la que le han cambiado el derecho a una vivienda digna y un empleo estable por la Playstation III. Nos dieron gato por liebre, hiperespacio a cambio de espacio, y por eso no me extraña que la ley Sinde enfade más a los jóvenes que el recorte de las pensiones o la reforma laboral. Hemos asumido nuestro destino, hemos aceptado nuestro lugar.

En toda Europa, de norte a sur, se repite que los jóvenes de hoy pasarán a la historia como la primera generación que vivirá peor que la de sus padres desde la II Guerra Mundial. En Europea es un drama; en España es una tragedia nacional. ¿Mileuristas? Más quisieran. El 43% de los jóvenes que buscan empleo entre 18 y 25 años en España ni trabaja ni estudia. Ni tiene nada ni aspira a nada. La nada de nada, la mierda al cuadrado, es el presente y el futuro para cuatro de cada diez.

Me van a perdonar que no celebre el exitoso consenso nacional pero, francamente, no tengo humor para brindar. Miro la mesa de aquellos que han pactado elevar poco a poco la jubilación a los 67 y ni uno solo de ellos, por edad, tendrá que trabajar tres años y medio más para retirarse a los 65 con toda su pensión. Pero no culpo a los sindicatos, podría haber sido mucho peor. Es preferible el acuerdo al decretazo; es bastante mejor también lo que han pactado que la propuesta inicial del Gobierno. En este país resignado y asustado, es dudoso que los sindicatos tuviesen margen para más. Pero perder por menos nunca es una victoria. Por mucho que se adorne, el pacto no deja de ser un importante recorte en la cuantía y la duración de las pensiones que pagarán los de siempre, los más débiles: esa misma generación que mañana no podrá jubilarse y hoy no puede trabajar.