10.2.11

Conversaciones oídas al azar...

Entro en el restaurante. Con cierta prisa, como siempre. Tengo hora a las tres. Son poco más de las dos y cuarto. Otra vez a comer a toda mecha. Me gusta este sitio, comida de calidad, buen precio y prensa en abundancia. Me sientan en una mesa, abro el fancine de prisa y empiezo a hojearlo. De repente, me fijo en la conversación de la mesa de al lado. Son cuatro varones, probablemente abogados, o consultores, con sus trajes y sus corbatas, como yo. "Donde se come de cojones es en Zamora, no jodas, pues no he estado nunca, sí al lado del parador, en la rúa me parece que se llama, hay un par de sitios muy buenos". El de barba, el que lleva el peso de la conversación, hace un recorrido por la Zamora gastronómica que me deja anonadado, de la Rúa al Rincón de Antonio, de ahí al Parador y luego a las Aceñas. Comenta los sitios con pasión, y yo voy asintiendo en todo hasta que llega al Mesón del Labrador, que a mí siempre me ha parecido un bluf. Repasa los platos principales, la calidad del servicio y, al llegar a la carta de vinos, empiezan con los caldos toresanos, y mencionan, entre otros, el Albar y el cabeza de cuba de Liberalia.

Los escucho fascinado. Qué cerca nos quedan algunas cosas y qué lejos nos quedan otras. Qué azares guían nuestras vidas, pienso como si fuera Mary Alice Young con un plano de las calles de Wisteria Lane de fondo.
Terminio de comer, pido la cuenta y pago. Cuando me levanto, les digo adios, y me miran sorprendidos. Salgo del restaurante. Sol de invierno suave...
PS: En Valladolid. Almuerzo invernal con el cliente

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