8.10.11

Beirut oeste: por la cárcel de arena pasean sin sombra los amantes...

Cuando uno pertenece a una generación ágrafa, en la que la letra escrita no tiene valor y la cultura o es tortura o es gratis, es difícil que sea capaz de ubicar los países en sus coordenadas básicas. El Líbano. Nunca supe mucho del país: unas guerras terribles, entre cristianos, musulmanes y todo el que pasaba por allí. Un país destrozado entre Incendies y vecinos mal avenidos. Luego me fueron contando: la Suiza de oriente próximo durante muchos años. Un país francés. Un país fenicio. Una universidad de élite en el oriente. Un país mirando hacia el oeste. Unos días para pasear Beirut en medio del oasis, para recordar Biblos, teniendo presente que septiembre fue sólo un sueño. Y conocer Tiro o Sidón. Pero lo mejor, como siempre, no es el destino, sino la compañía. Abrazar viejos amigos. Brindar con buen vino por la vida, que no se detiene. Nunca. Charlar sosteniendo una Seagrams en aquel lado del mediterráneo. Espero el embarque y suena Kortatu en el Iphone: es una música amarga, con un punto de melancolía que no he sido capaz de quitarme nunca de la cabeza. La letra acompaña: Beyrouth sartaldea / Uraren ordez hautsa / eta bost mila izar / gehiago gauez / Norien alboan, Norien alboan, Norien alboan

Embarco. Solo. Los hermanos Muguruza me lo recuerdan: éramos cien, luego veintidós, ahora sólo somos dos: tú y yo, zu ta ni, zu ta ni…

Ya le contaré, desocupado lector…

PS: El diplomático australiano Robert Bowker dice en Egypt and the Politics of Change in the Arab Middle East que en España se traducen anualmente más libros que los traducidos al árabe en los últimos mil años

No hay comentarios: