19.1.12

En la muerte, que todo lo iguala...

Murió Manuel Fraga. Se nos va quedando lejano el siglo XX. Pensábamos que era el mundo y resultó que sólo era nuestro mundo. El mundo en el que crecimos. Aquel mundo en el que Franco era alguien y los comunistas metían miedo. Qué lejano va quedando todo. Pasa el tiempo y las personas van ingresando en los libros, donde ya sólo los visitan los eruditos o los diletantes. Manuel Fraga. Una vida llena de claroscuros: las personas no somos unívocas y, cuando vivimos vidas largas, vivimos en realidad muchas vidas. Es difícil, por lo tanto, juzgar una vida así desde la atalaya del presente. Al igual que Carrillo es, además del verdugo de Paracuellos, uno de los artífices de que la izquierda comunista asumiera la democracia, Fraga fue muchas cosas en su vida: miembro de un gobierno dictatorial, pero también aperturista dentro de aquel régimen que supongo que siempre supo que no sobreviviría a su creador. Fraga el profesor (aquel abominable hombre de las nueve, como le llamaban en la Facultad por su extrema puntualidad), el funcionario, el diplomático, el político. Tantos Fragas. A él, que iba para Presidente, le tocó reconstruir, ya en democracia, a una derecha estigmatizada por la duración del franquismo. Triunfó y fracasó. Quizá porque ambos conceptos tienen mucho de impostores: triunfó porque con la derecha se quedó él, y no Suárez. Pero fracasó porque no logró llevarla al gobierno, y tuvo que retirarse para que su partido, al fin, ganara unas elecciones.

Murió Manuel Fraga. Un hombre trabajador y un hombre honrado, dos hermosos epitafios para cualquiera que haya estado en la vida pública.

Que la tierra le sea leve.

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