5.3.12

Reflexiones al natural...

El libro de Binet desliza algunas reflexiones, pocas, sobre el carácter del nazismo y de sus dirigentes. Después de la obra de Arendt sobre la estancia de Eichmann en Jerusalen, hay poco que añadir. El mal era la esencia del nazismo. Y su banalización, la condición necesaria para su triunfo. Un motivo más para desconfiar de la democracia. Algo que debe vacunarnos contra las tonterías de las mayorías. La esencia del Estado moderno ha de ser el respeto al Estado de derecho y a las minorías. Y ninguna mayoría debe poder cambiar eso. El resto, ¡quia! En cualquier caso, la vida de algunos de estos dirigentes me hace ir más allá. Y es que hay algo siniestro en la historia de todos estos gerifaltes nazis: estibadores de puerto, pajilleros, boxeadores frustrados, pintores resentidos, hay algo siniestro, digo, en cómo pudieron hacerse con el poder en un país como Alemania. Un poco lo que ha pasado en el país vasco desde los años setenta, la gente más bruta, los más borricos del pueblo, asesinando y asegurando que con ello hacían política. Supongo que eran un reflejo de un mundo enfermo. Sociedades enfermas atravesadas por ese estúpido complejo de superioridad que todos los grupos humanos padecen en algún momento y que se agravó por el cientificismo; un poco la misma idiotez que el doctor Robert en Cataluña o Sabino en Vizcaya. En Alemania fue a mayores porque había dinero y poder, pero el esquema es el mismo: soy un superhombre. Aprendido ya desde la cuna: somos mejor que los demás y nos tienen envidia. Es curioso porque de todos ellos el único que daba el arquetipo de ario era Heydrich. Y era tan super hombre que acabó muriendo por las esquirlas de una bomba que ni siquiera lo alcanzó. Menudo payaso.


Ps: “La masa, en sentido moderno, nace con la implantación del servicio militar universal y obligatorio. En agosto de 1793, la Convención decretó la movilización general de los franceses solteros entre 18 y 25 años y a consecuencia de esta leva masiva los efectivos del ejército superaron el millón de hombres, un contingente desconocido hasta entonces”.

Gomá, Javier: Ejemplaridad pública. Taurus, Madrid, 2010. Página 66.

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