23.3.12

Volver a los orígenes

Acabé los Orígenes, de Maaolouf. Es la segunda vez en pocos meses que leo un libro que debería de haber escrito yo; ya me pasó con el libro de Uribe. Yo sólo tengo veneración por lo escrito, dice el autor al inicio. Cada familia tiene una historia. Todas, no sólo las ricas o las socialmente importantes. Hay que preguntar. Y para preguntar hay que tener cierta curiosidad intelectual. Cuando a uno le amueblan la mente sobre la base de cuadrículas, es posible que nunca sepa la cantidad de cosas que no ha llegado siquiera a vislumbrar. El proceso siempre es el mismo. Hay un origen mítico en nuestra vida. Un origen que intuimos de niños, a la luz de las brasas. Algunos lo olvidan para siempre. En otros, el origen permanece como una señal a la que volver. Una señal sobre la que interrogarse. Quiénes fueron mis padres. Aún más, quienes fueron mis abuelos. Y mis bisabuelos. De dónde llegaron, por qué se fueron. Cómo he llegado a ser. El proceso yo lo inicié hace años. Era un agosto tranquilo y Manoluá, nuestro franco más querido, me fue haciendo de cicerone por aquel viaje al pasado. Empecé por la Sanabria que luego Lauru me descubrió zanquilla. Y seguí por La Casa del Barrio. Entre medias, un viaje a la Argentina, otro a Huelva, con un jamón al hombro, un viaje del campo a la ciudad y una historia de maltratos. Historias alegres, trágicas, historias que son como la vida: complejas y enrevesadas.

El viaje no ha terminado, pero ya siento que me conozco algo mejor. O al menos algo más.

Un viaje.


PS: Joseph Pérez escribió en su libro “Los judíos en España”: "Los judíos solían llamar kahal a los barrios en los que vivían, y esta sería la etimología de la palabra catalana call, versión latina del original hebreo que encontramos más tarde en el castellano calle".

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