9.4.12

Manolo

Se llama Manolo y debe rondar los cuarenta y cinco o cincuenta. En el físico, digo. Su mente detuvo con seis o siete años. Forma parte del paisaje del mi pueblo desde que soy un niño. Siempre ha estado ahí. Nunca se mete con nadie. Siempre está alegre. Fantasea, imagina, y la gente se ríe cuando lo oye, sin darse cuenta de que fue precisamente la imaginación y la capacidad de fabular lo que nos hizo humanos, más allá del prensil. Siempre saluda con una sonrisa cuando ve llegar a alguien al pueblo. Lo imagino recordando su infancia real, cuando aún quedaba gente allí: su utopía son estos días de Semana Santa, como el pueblo lleno de gente, la Iglesia a rebosar, las calles llengas de gente ...

Hace muchos años, cuando yo aún no existía, ayudó a poner en marcha la que luego sería mi casa. Y yo, en correspondencia, siempre que llego y lo veo desde el coche paro a saludarlo. Siempre nos damos la mano. Me mira con su sonrisa infinita y me cuenta la última novedad, la última batalla en la que anda metido.

Me pidió que le diera alguna vez fotos en papel, me ve siempre con la cámara y con los libros. Me acordé. Por fin. Con la ayuda de Yimi, claro. Se las di. Me sonrió. Se marchó corriendo a casa, imagino que a guardarlas.

Y me di cuenta, mientras lo veía irse, que, en cierto modo, somos la manera en la que tratamos a los discapacitados.

Ni más ni menos.

1 comentario:

Babaoriley dijo...

Desde la balada beirutí que no encontraba una razón para estar de acuerdo con usted. Ya tocaba creo; aunque en lo ético más que en lo estético.
Y que quiere que le diga, usted puede sacar las pertinentes conclusiones de como soy viendo mi forma de tratar a los simpatizantes del PP ;-)

PS. Fuera mofas, gran y emotiva reflexión.