6.6.12

Explicaciones y ejemplaridades


La ejemplaridad. Llegué al concepto, y no me importa reconocerlo, de la mano de Javier Gomá. Y sigo con lo mismo, en parte, gracias a sus reflexiones, algunas especialmente atinadas. La necesidad, como el magistrado piadoso, de ser ejemplares. No sólo en la vida pública, que también, sino en la privada. Al menos, para determinados personajes claves en una democracia: el Rey, el Presidente del Gobierno, el Presidente del Tribunal Supremo. Lo son las veinticuatro horas del día. Y ahí está el tal Divar. Tan pío, tan benéfico. Con fines de semana de cuatro días. Fines de semana muy importantes. Tan importantes que Divar consideró necesario que los contribuyentes pagaran parte de sus cenas o de sus estancias. No sé si eran viajes necesarios o no. Si él lo dice, yo me lo creo. Pero lo que no soporto es ese tono de “yo-no-tengo-que-dar-explicaciones”. ¿Cómo que no? Claro que sí, y más por el puesto que ocupa. Una cosa es la discreción, necesaria, con la que determinadas instituciones han de trabajar… y otra es pensar que las instituciones son un cortijo. No lo son. O no deberían serlo.

Cuando un funcionario piensa que no ha de dar explicaciones, es que entonces los demás hemos debido explicarle muy mal en qué consiste su trabajo

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