Un
proyecto interesante para los que, como yo, viven fascinados por el poder de la
memoria. Por la potencia de los recuerdos. Por el poder de las imágenes.
Reconstruir la memoria, de manera colaborativa, con las fotos de las personas.
Mirar aquel mundo que ya sólo somos capaces de imaginar en blanco y
negro y cuyos protagonistas se fueron hace muchos
años.
Una buena idea
que puso en marcha la Diputación Foral de Guipúzcoa y que nos permite intuir,
mirando al azar alguna foto, como
esta de Lizarza, el
mundo de los abuelos del entorno etarra actual: aquellos pueblos pequeños,
carlistas hasta la médula y dominados por curas trabucaires para los que el castellano era la lengua
del liberalismo, de la ciencia y de un mundo sindios que arrinconaba para
siempre su poder.
El mundo, racista, que incubó los huevos de
la serpiente.
El mundo que nos manda, desde sus caras serias, en blanco y negro, con sus caseríos al fondo, casi mil muertos desde la finales del pasado siglo...
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