Hay, en mi vida intelectual, una
línea de pensamiento que recorre el Danubio, desde Donaueschingen, hasta su desembocadura. A mí, que nací en la periferia de un país periférico; a mí, que tengo a los
míos enterrados en una frontera pobre, plagada de heterónimos y de silencios; a
mí, digo, la vida me reservó un destino intelectual que me llevó por un río en el
que he navegado varias veces, y siempre de las mejores manos: el viaje empezó
hace años con Magris, siguió con Kaplan, abordó a Canetti y llega ahora hasta
Sebastian. No se puede viajar en mejor compañía un verano tan confuso como este.
Un saludo, desocupado lector.
PS: “Pero tampoco dejaré de ser nunca un hombre
del Danubio. Y eso también es un hecho. Que me lo reconozcan o me lo nieguen,
no cuenta. Es cosa exclusiva de quien lo haga”.
Sebastian, M.: Desde hace dos mil años. Aleteia,
Valencia, 2011. Página 247.
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