Sigo de descubrimientos. Ahora con la poesía. En América no todo
era Vallejo. Estaba
también Pacheco. Ahora me doy cuenta de que en Méjico no todo era Pacheco. Porque en el país
azteca estaba también Jaime Sabines. Un Sabines
que nos relató una vez: Vamos
a guardar este día / entre las horas, para siempre,/ el cuarto a oscuras, / Debussy
y la lluvia, / tú a mi lado, descansando de amar.
Es un placer leer poesía. Quizá el único arte que nunca me
volveré atrever a practicar. Para qué, cuando los hay tan buenos en los pocos
idiomas en los que soy capaz de leerla.
Pero cada
descubrimiento, en días de lluvia como hoy, cuando sólo el silencio del Barreiro me acompaña, me lleva a reafirmarme en la idea de
que vivir es encarnar una ignorancia que no termina nunca. O quizá termina, sí,
pero sólo cuando nos vamos.
No le pierdan la
pista. Aunque hoy sea viernes, aunque se vayan de viaje…
PS: Me tienes en tus manos / y me lees lo mismo que un libro. / Sabes
lo que yo ignoro / y me dices las cosas que no me digo.
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