Libros.
Algunos de ellos nos sorprenden, son como esas mujeres hermosas que nos esperan
emboscadas en cualquier recodo de la vida. Pasamos muchas veces de largo ante
ellos, llenos de prejuicios como estamos, hasta que de pronto un día te
detienes y te fijas. Me ha pasado con uno. Me pasa a menudo. Me alegra porque desmiente
mis tópicos y me obliga a estar en guardia antes mis estúpidos prejuicios.
Esta
vez fue un libro de Andrés Trapiello, y fue el Círculo, claro, quien me lo puso delante y me obligó a acercarme a él.
A
Trapiello apenas lo había leído, algún artículo en el periódico, cositas en nosequé
semanal y poco más… pero el idiota que vive en mí ya lo había estereotipado: de
la quinta progre de los sesenta, no me interesa en absoluto. Es que a veces incluso yo soy así de gilipollas.
Pero
el caso es que un día cayó en mis manos un ensayo sobre las
armas y las letras en la terrible guerra de España…
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