Por
fin logré acercarme a La Central de Callao.
Una magnífica noticia: los de la Central
abran por fin un centro señero en la capital. Recuerdo La Central del Raval, la
primera que visité, en otra vida; esas librerías con encanto, donde uno sabe
que encontrará libros y personas con los que dialogar más allá de las sombras y más allá de los crepúsculos…
La librería
está llena, frente a tantos lloros de los libreros. Y la visita no decepciona.
Un edificio magníficamente rehabilitado. El patio, con su mudo ciprés en el fervor de Silos. Las mesas de madera, naufragadas entre
libros, con ese olor que resulta cuando uno mezcla la tinta con el buen vino “te
invito a un café / la tarde es nuestra…”
Suena Ismael Serrano cuando me dirijo, dando
un paseo, a la Glorieta Bilbao. Su voz me recuerda que “Seremos otros,
seremos más viejos, / y cuando por fin me observe en tu espejo, / espero al
menos que me reconozca, / me recuerde al que soy ahora”.
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