3.1.13

Hombres buenos para empezar el año


Salen de refilón también en el libro de Andrés Trapiello los hombres decentes. Hubo muchos durante la guerra, aunque entre los intelectuales, me temo, hubo menos que entre el resto de la ciudadanía. Casi todos acabaron de una u otra manera cerca de la tercera España, la mía. Aquel Moreno Villa, autor de la vida en claro. Aquel Jiménez Fraud, director de la Residencia, que abandona Madrid en el verano de 1936 para no volver. Aquel Carlos Morla, diplomático chileno que tantas vidas salvó y a los que los vencedores trataron de olvidar enseguida y al que Neruda intentó chantajear cuando la guerra terminó. Aquel José María Chacón, otro diplomático que arriesgó su vida para salvar otras. Pero también aquel Chaves Nogales, del que ahora vamos sabiendo poco a poco, o de aquel Salazar Chapela, el hombre que decía la verdad....

Aquella España que en aquel horror ni encontró banderas bajo las que luchar ni refugio donde cobijarse.

Aquella España.

La única de la que sentirse compatriota. Incluso orgulloso compatriota.


PS: Escribe Carlos Morla en algún lugar que: “Recibo una llamada de Pablo Neruda y de Manolín Altolaguirre. Pablo es de un egoísmo y de un ensimismamiento abrumador, y si reconozco que es gran poeta, es persona no poética”. Citado por Trapiello, Andrés: Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939). Círculo de lectores, Barcelona,  2011. Página 116

No hay comentarios: