Acabé
el poder político en escena, de Luis
Arroyo, cortesía de Tino, el Batera. Un libro que mejora según se desgrana y que es un buen ensayo para
acercarse a las estrategias básicas de comunicación política. Pero es
irregular, con algunos capítulos muy por encima del resto. Y además es un libro
algo tramposo. Ay, ¡mis queridos amigos de izquierdas, siempre tan por encima
del bien y del mal! El gran fallo del libro es que no se puede intentar colar de matute categorías valorativas como si fueran categorías analíticas. Y eso es lo que hace el autor de manera sistemática: presenta con
inocencia la categoría “progresistas” y “conservador” cuando él está claramente
posicionado a favor de una de ellas y en contra de la otra. En cualquier caso,
un libro bien escrito sobre el que habrá que reflexionar algo más...
PS:
un ejemplo de cómo dos categorías que se pretenden analíticas esconden en
realidad una carga valorativa brutal. El mensaje es evidente: nosotros somos sapiens analíticos, frente a esos neandertales de la derecha, a los que les da igual ocho que ochenta.
Juzguen ustedes mismos: “cuando los líderes de opinión
progresistas acusan esa tendencia suya a enredarse en los detalles, a
atormentarse con los matices y a resultar demasiado elitistas y analíticos,
probablemente reflejan una realidad neurológica: su cerebro es más sensible a los
matices y está menos necesitado de certezas”
Arroyo,
Luis: El poder político en Escena. Historia,
estrategias y liturgias de la comunicación política. RBA, Barcelona, 2012. Página 105
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