El
ensayo de Luis Arroyo analiza también la composición de la opinión pública. Una reflexión de interés sobre
cómo se originan las corrientes de opinión. La dificultad de impugnar el
discurso mayoritario: el viejo anhelo de ser, en cualquier circunstancia, en
cualquier lugar, un enemigo del pueblo. El interés que despiertan los
vanguardistas, los herejes y los disconformes: aquellos que permiten que una
sociedad mejore. No hay nada por encima del individuo que intenta cambiar un entorno, seducir a una mujer hermosa o enseñar a leer a un niño. Ese es el secreto y la gran ventaja de las sociedades
liberales: no orillan al hereje, no fusilan al vanguardista, no expulsan al
disconforme.
Nada
más.
Nada
menos.
Al fondo, el pueblo, ese golfo encaramado a una farola. Ya lo dijo Mirabeuau y ahora nos lo recuerda Arroyo: Ahí va la masa, y debo seguirla, pues soy su líder.
PD: en la playa de Barcino, frente al mar... y cuántas veces Don Quijote...
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