13.7.13

Abierto hasta el anochecer...

Es julio. Estamos en La Villa. Julio y octubre son los meses en los que Senabria nos enseña toda su magia. Paseamos. Enseñar lo tuyo a un amigo. No hay satisfacción más grande. Hubo un tiempo, aún lo recuerdo, el Rey Pedro gobernaba  con mano sabia y a los comerciantes aquí se nos apreciaba; hubo un tiempo, digo, en el que ser castellano era sinónimo de ser hospitalario.  Se nos hace tarde y una grata sorpresa nos espera. Son más de las nueve  y el castillo está aún abierto. Un ayuntamiento humilde, con pocos recursos, pero que entiende que los horarios han estar a disposición del turista, y no al revés. 

Lo comentamos. Y coincido con mis amigos en que a La Villa sólo le falta expulsar a los coches de la plaza. Contemplar la torre que levantó Nicolás Arias Torres, junto a la portada desde la que Pedro Cristiano nos vigila, mientras degustamos un gintonic al serano sanabrés.


Ese es el objetivo. 

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