10.2.14

Asunciones de deudas

Tengo la sensación, apenas una intuición, de que escribimos como leemos. Escribimos como lo acaba haciendo la gente a la que leemos. Es innegable. Algo habrá de aportación propia pero, ¡quía! menos de lo que suponemos. 

Empecé hace muchos años a seguir los artículos de Gabriel Albiac. No sé si en el Diario 16 o ya en El Mundo. Y luego en ABC. Su escritura rápida. Cortante. Trufada de puntos y seguidos. Es quizá el autor en el que más me reconozco cuando lo leo. O por ser más modesto: el autor que creo que más ha influido en mi forma de articular el pensamiento. Sigo con La Sinagoga vacía. Aquella comunidad de españoles en el Amsterdam del Barrroco. 

Un mundo que se iba y en el que la (para mí) desconocida figura de Sebatai Zeví iba a impactar como un auténtico cisne negro... 

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