18.11.14

Kaplan y el monzón (IV)

Nos enseñaron a ver el Pakistán como una unidad. No lo es; nunca lo fue. Es una construcción cultural, como bien señala Robert Kaplan en su imprescindible Monzón. Otra de tantas. Dentro de ella yace el Beluchistán, quizá la única tierra en la que hubiera sido posible el sueño de Jinnah de país plural y abierto para los musulmanes del subcontinente Indio. Aquel sueño es hoy es la pesadilla de una Yugoslavia con bombas nucleares. Y nadie sabe como acabará: quizá el fin del mundo empiece allí. Un país que ha complicado hasta lo indecible el avispero afgano, ya que el apoyo que el Estado pakistaní dio a los talibanes era visto por su élite militar, representada por el general Babar como una forma de aplacar el caos en el que Afganistán se sumió a la salida de la Unión Soviética.

Al final, considera Kaplan, la doble consideración de ineficaz e ilegítimo que muchos ciudadanos hacen del Estado pakistaní, dificulta la evolución del sueño de Jinnah y quizá Pakistán no sea más que una creación temporal que ya fue amputada en 1971 y que quizá desaparezca en breve. 

El problema está en qué autoridad sustituirá a la del decadente Estado actual... 

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